Enseñar español con IA



Recientemente, he tenido el placer de asistir al X Encuentro ProfedeELE de didáctica y emprendimiento, en Valencia. Allí he impartido una ponencia sobre IA educativa, además de aprender y convivir con más de 200 profes de ELE. Aunque a priori parezca extraño o inusual que un docente de Filosofía asista a estos eventos -que lo es-, es más lo que nos une que lo que nos separa. La didáctica de ambas áreas de enseñanza comparten objetivos comunes. Ambas intentan que los estudiantes desarrollen destrezas lingüísticas de lectura, comprensión, análisis, argumentación, creación y comunicación de ideas y experiencias. Leer, escribir y hablar. Y ambas lo intentan llevar a cabo bajo un escenario precario, con múltiples déficits competenciales y casuísticas de variado pelaje. Escribir y, sobre todo, hablar un lenguaje nuevo, sirve como definición de lo que intenta conseguir un profe de ELE y también uno de Filosofía. La Filosofía suele ser una lengua extraña y arisca. Escribir parece más difícil que hablar una lengua, pero lo es solo en apariencia. Hablar (discriminando contextos, tonos, usos) requiere un proceso lento y paciente, que a menudo está ligado al desarrollo de otras competencias, no solo emocionales y sociales, sino también lingüísticas: saber leer, comprender, argumentar, estructurar...

Por esto, la didáctica es una caja de herramientas modular y multidisciplinar, que puede ayudar independientemente del contenido, nivel y contexto. Y entre ellas la IA generativa, que por su carácter cada vez más multimedia (o multimodal), se convierte en un gadget esencial en el desempeño profesional de cualquier docente que trabaje tanto con la palabra escrita como la hablada. Un porcentaje muy elevado de profes de ELE aborda sobre todo competencias orales, de comunicación en la vida cotidiana, por lo que los formatos audiovisuales son el pan de cada día de estos profesionales. Sin desmerecer otras demandas, sus estudiantes buscan primordialmente saber hablar, defenderse en una conversación. Comunicarse es a menudo la entrada a posteriores aprendizajes mediados por la lectura profunda. La didáctica de ELE es profundamente conversacional, una característica de la que cada vez hacen uso de forma más recurrente los docentes de otras disciplinas.  


¿Qué papel juega la inteligencia artificial en todo esto? El uso de la IA generativa requiere una actitud previa que evite convertirla en enciclopedia. Su potencial es más vehicular y creativo que informativo. Por eso, usarla como herramienta que genere feedback, provoque preguntas, active destrezas cognitivas, aliente la comunicación, análisis y argumentación más allá de su uso, es un reto que es necesario tener claro antes de empezar a usarla. Provoca, suscita, detona, sugiere, facilita. He aquí su mayor valor didáctico. Y todo esto lo hace en formatos lingüísticos que son reconocibles para el estudiante, comunes en su forma de comunicarse, aprender y trabajar. 

Esta concepción vehicular de la IA encaja bien con los enfoques de la llamada gramática cognitiva, que no entiende la lengua como un sistema cerrado de reglas abstractas, sino como una construcción profundamente ligada a la experiencia, a la percepción y al contexto. Desde esta mirada, enseñar gramática no consiste en memorizar formas, sino en ayudar al estudiante a descubrir patrones de significado, a explorar cómo se conceptualiza el mundo a través del lenguaje. De ahí la necesidad de provocar en el aula lo que se dan en llamar situaciones de aprendizaje. La IA puede acompañar este proceso sugiriendo ejemplos contextualizados, creando metáforas visuales, proponiendo usos alternativos de estructuras gramaticales o incluso ayudando a que el estudiante verbalice por qué algo “suena bien” o “suena raro”, favoreciendo así la toma de conciencia lingüística y su encaje en las prácticas cotidianas y profesionales. Al integrar estas herramientas desde una óptica cognitiva, no solo se enseña español, se invita a pensar con él. Este enfoque explica lo que apuntaba más arriba: la enorme conexión entre la enseñanza del español y el de la Filosofía. Llevar a la vida cotidiana el lenguaje, facilitando la comunicación e intercambio de ideas y emociones. 


En mis clases, intento en lo posible combinar dos objetivos:

Analítico: Poner en funcionamiento destrezas cognitivas, evitando un aprendizaje meramente memorístico o enciclopédico. Provocar retos que pongan en funcionamiento esas destrezas y que poco a poco generen una cierta musculatura competencial. De ahí, que use la IA como herramienta vehicular, engranaje que facilita el ejercicio de esas rutinas de entrenamiento. No me interesa la IA como fuente de información, sino como detonante, incitador.

- Creativo: Acercar la Filosofía a la realidad del estudiante, que la reflexión facilite un diálogo entre los grandes temas de la tradición filosófica y lo que inquieta y forma parte de la experiencia vital del estudiante. Que los contenidos no le sean ajenos, sino parte de su proceso de maduración personal, en todas sus vertientes: intelectual, emocional y social. La IA se convierte desde esta perspectiva en un juguete cognitivo, piezas con las que generar significado y en ocasiones un producto compartido. La IA inspira, sugiere, facilita ese proceso. 

Bajo este enfoque, la IA es una herramienta más que combino con otras dentro de un proceso de enseñanza planificado y evaluado antes, durante y después de llevarse a cabo. En este proceso, el estudiante pone en funcionamiento múltiples destrezas, desde las intelectuales a las colaborativas, y la IA actúa como estimulante, estructurador de contenido, feedback de apoyo, pero siempre previamente configurado por el docente para que actúe como él desea y que no sustituye aquellas destrezas que se desea que el estudiante desarrolle o refuerce. Observar cómo usa el estudiante la IA y readaptar la intervención es esencial para que el aprendizaje funcione. 

Consejo: siempre prueba tú antes la IA que vas a pedir a tus estudiantes probar ellos. Experimenta las dificultades que presenta, tiempos que requiere, planificación que necesita. No les tires a la piscina sin antes haber probado tú diferentes formas de nadar. Y evalúa la experiencia, reajustando lo enseñado. Inclúyete tú como parte del proceso de evaluación y provoca que ellos se evalúen. Siempre para construir, mejorar, aprender.


Todo esto es aplicable a la enseñanza del español. Si algo me resulta especialmente relevante y enriquecedor en el mundo ELE es su creatividad en todo lo referente a la conversación. Leer el mundo y sus gentes a través del diálogo y su representación mediante formatos multimodales, cercanos al ecosistema digital, que es la placenta desde la que jóvenes -y no tan jóvenes- configuran su forma de comunicarse y aprender. Sintonizo con este enfoque, ya que forma parte desde décadas de mi práctica diaria en mi aula de Filosofía.

Leer - escribir - hablar

Acción - reflexión

Ver - pensar - crear - compartir


Sin embargo, pese a que estas rutinas didácticas están muy integradas en las prácticas profesionales del profesor de español y otras disciplinas, aún la actitud ante la IA generativa es de cautela, cuando no recelo y rechazo. El interés por aprender IA es mayor al del año pasado, pero aún persiste cierta timidez didáctica. Hay curiosidad por aprender, acercarse lentamente, ir probando pequeños retos, pero falta formación y un enfoque didáctico que facilite un aprendizaje significativo y un uso adecuado -técnico y ético- de las herramientas. Este escenario es común en todas las áreas, no solo en la enseñanza del español. Por ahora, el uso más recurrente es aquel enfocado a evitar la burocracia y facilitar pequeñas tareas educativas, pero sin un marco didáctico que integre ese uso al resto del proceso de enseñanza. Digamos que se enreda, se prueba por ensayo-error, se tantea el terreno, se picotea. Esa fase de aprendizaje de la IA, aunque humilde e insuficiente, es esencial y antesala del siguiente paso: pensar cómo usarla, planificar, integrarla en objetivos globales, saber evaluar con IA y evaluar la propia IA. 

El docente de ELE tiene una potente mochila didáctica, pero a menudo no sabe cómo integrarla con la IA porque se le antoja una herramienta desconocida, a veces hostil, con códigos de uso que parecen fáciles, pero que a mínimo que empieces a usarla te das cuenta que requiere entrenamiento lingüístico, no solo técnico. Saber hablar a la IA para sacarle provecho e integrarla con eficacia en los proceso de enseñanza requiere de un periodo de acomodo no siempre fácil de superar, a pesar de que la IA opera con lenguaje natural y formatos motivadores. 

Aquel docente de ELE que obvie el inevitable impacto que la IA tendrá sobre su profesión acabará aprendiéndolo por necesidad en unos años, cuando ésta se integre en los dispositivos no como una aplicación, sino de forma inmersiva y a través de dictado oral, donde el audio y el vídeo tendrán una relevancia cada vez más intrusiva en las rutinas cotidianas del estudiante y su forma de acceder al mundo y aprender. Gran parte de los procesos comunicativos de los adolescentes estarán mediados por la IA. Es probable que algunos hablen más con IA que con humanos, e incluso confundan ambas interacciones. Los agentes conversacionales serán avatares audiovisuales inmersivos. No se abrirán aplicaciones, sino que se dictarán acciones desde los dispositivos a través de instrucciones orales sencillas, sin apenas complejidad lingüística. Hazlo y ya. Este ecosistema será habitual y no cuestionado por la generación que hoy nace. Esto obligará al docente a convertir estas herramientas en aliadas del aprendizaje, pero también se convertirán en enemigas de objetivos más complejos, destrezas más elevadas que una simple petición automatizada o una conversación mediada por una IA. 

Imaginad la pereza que provocará en un porcentaje de estudiantes la generalización de traductores en vivo mediante IA, integrados en dispositivos móviles y también en las futuras versiones de gafas con realidad virtual. Bien usados amplificarán el aprendizaje de nuevos idiomas, pero también provocarán el efecto contrario. A esto hay que sumar la masificación del aprendizaje en línea, potenciado por los esteroides de la IA. Si la enseñanza en línea aumentó después de la pandemia, la IA multiplicará esta tendencia entre los estudiantes más jóvenes. Solo los saturados por esta digitalización inteligente, y quizá los más talludos y con mayor renta, buscarán experiencias inversivas en vivo como valor añadido. Las nuevas generaciones que poseen cierta competencia consideran que buena parte del proceso de aprendizaje pueden resolverlo con eficacia sin necesidad de la mediación de profesores. Ya podemos observar en la generación Z y alfa esta tendencia a valorar el proceso de aprendizaje desde formatos donde no sea necesaria esa presencialidad. 

Las plataformas de aprendizaje en línea de los docentes de ELE estarán sin duda protagonizadas por la automatización de múltiples procesos de aprendizaje. No solo se creará con IA la interfaz publicitaria y elementos audiovisuales en webs y redes sociales, sino que la IA se integrará en el propio proceso de enseñanza, sustituyendo rutinas que antes requerían la presencia y mediación del docente. En algunos casos, incluso el docente solo creará y supervisará el proceso, pero no estará presente en él. Los que asistieron a mi ponencia pudieron comprobar los adelantos en materia de creación de avatares consistentes que simulan ser un docente real y se integran en los chatbots conversacionales con una capacidad sorprendente de emular una charla a partir de un entrenamiento previo, adaptado a los intereses y objetivos del docente. Estamos un paso de que esto se pueda realizar con eficacia. 

Igualmente, queda poco para que podamos probar modelos agénticos autónomos, que tomen decisiones, actúen en función de objetivos, perciban su entorno y aprendan de la experiencia, a través de estructuras más proactivas, deliberativas y persistentes. Este año podremos probar las primeras betas. Chat GPT y otras IA generativas ya lo permiten en sus cuentas de pago. Esto automatizará procesos de enseñanza, incluida la evaluación. Queda mucho para que lo haga teniendo en cuenta la diversidad, peculiaridades de cada estudiante y sus contextos de aprendizaje. Al principio, operará de forma estandarizada y requerirá una mayor planificación y control por parte del docente. No le sustituirá del todo, pero vamos camino hacia este horizonte, especialmente cuando los costes se reduzcan y el proceso de cambio de modelo resulte sostenible y poco engorroso. Las grandes empresas de formación y universidades privadas, con altos presupuestos, serán las primeras en integrar estos modelos de enseñanza. 

¿Qué valor añadido puede ofrecer un profesor de ELE ante este panorama que sin duda asusta por lo impredecible y revulsivo? No tener miedo ni prisa, empezar a formarse, crear redes de apoyo y aprendizaje mutuo, aplicar pequeños cambios sencillos en sus prácticas de enseñanza, integrando elementos con IA que se ajusten a su forma de enseñar y el contexto específico de sus estudiantes. Tener en cuenta que pese a ofrecer un modelo en línea, será el modelo presencial, de proximidad, empático y colaborativo, un valor añadido que otras empresas no podrán ofrecer con facilidad. Pero sobre todo, ofrecer como valor añadido la creatividad y personalización de la enseñanza mediante modelos adaptativos, híbridos, que las grandes empresas no pueden ofrecer, ya que están pensadas para llegar de forma fácil, estandarizada, a miles de usuarios. 

En entornos sociales vulnerables (parados, inmigrantes, presos, personas con necesidades especiales, personas mayores...) la presencialidad será esencial y aportará algo que una IA no puede ofrecer. A su vez, muchos usuarios buscarán experiencias inmersivas presenciales ante la saturación digital y las múltiples distopías que generará la hiperconectividad con la IA. Es previsible que buena parte de los docentes de ELE convivan con modelos mixtos, que combinen IA y presencialidad en carne y hueso. Humanizar la tecnología será el reto más titánico y relevante. Que su uso amplifique nuestra empatía y cooperación mutua y no el aislamiento y otras múltiples distopías esperables. Hablar, a ser posible en vivo, cara a cara, será, aunque parezca raro o patológico, un bien en extinción. Los profes de ELE estarán ahí para hacerlo posible. 


Si pinchas sobre la imagen, accederás a un audio hecho con IA

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