¡Oh, Gepeté, mi Gepeté!
Un titular tan obvio como revelador: “Un grupo de lectores prefiere poesía escrita por ChatGPT antes que clásicos como Shakespeare o Sylvia Plath. Los participantes no expertos tampoco fueron capaces de distinguir si un problema era creado por una persona o una máquina”. Si no has leído poesía o no tienes conocimientos sobre ella, Chat GPT puede ser un cicerone aceptable y quizá sus poemas te parezcan sugerentes. La IA es tan inteligente como tú lo seas, hace de espejo de tus propias virtudes y defectos, logros y carencias. A mínimo que tengas un poco de experiencia, las respuestas de Chat GPT quizá se te queden un tanto limitadas, si tu intención es usarla de enciclopedia o loro estocástico. Nos imita con cierta gracia, pero al compararlo con un poema humano, se le notan las costuras.
Sin embargo, esto no quita que usada con creatividad, no como tu loro particular, sea una herramienta versátil y apañada. Eso sí, para sacarle provecho notarás, a los dos prompts que le escribas, que si no posees una mínima competencia lingüística sus respuestas serán genéricas y de escasa utilidad. El reto educativo con IA o sin ella sigue siendo similar: comprender, analizar, argumentar, crear.
La cuestión a mi juicio relevante no es si una IA será capaz de escribir poemas inspiradores, o si llegará un día en que seremos incapaces de distinguir unos versos hilados por una IA de los de un poeta bregado en este arte. Hoy, mañana también y por mucho tiempo, lo que nos toca es comprobar si una IA puede ayudarnos a aprender, a motivar nuestra curiosidad, azuzar nuestro intelecto, provocar que nos hagamos preguntas, sin suplantar destrezas cognitivas e ingenio creativo.
Cuando leí esta noticia, fui a Chat GPT y se me ocurrió afinar más la petición. “Crea un poema al estilo de Walt Whitman. Respeta las formas sintácticas, gramaticales, semánticas de este poeta. Sé riguroso en la imitación. Después de redactar el poema, justifica tu elección, indicando elementos del poeta en tu invención.” El resultado fue el esperado. Replica y adapta con solvencia, sin inspirar emoción. La justificación resulta útil, aporta el necesario elemento didáctico que todo profesor busca cuando quiere que una herramienta aporte algo más que una resultona fotocopia.
No contento con la respuesta, redoblé la apuesta con una petición competencial: “Bien. Ahora elabora otro poema, respetando las mismas indicaciones que te facilité anteriormente, pero con una temática contemporánea. Justifica después tu poema.” Sin aportar detalles, la IA elige el leimotiv de la tecnología como sustancia poética y supera la expectativa. Respeta el estilo del poeta, la estructura de algunos de sus poemas, y los readaptas a ese nuevo tema.
Si le pidiéramos al estudiante que reconociera el estilo, los recursos y la temática de tres poemas de diferentes autores y estilos, previamente abordados en el aula, y que después dijera a cuál de esos poetas imita y por qué un poema generado por una IA, ¿sería está una tarea educativa que reforzaría objetivos curriculares sin suponer un mero copia y pega? ¿Y si a partir de esta tarea, se le pidiera al estudiante -en clase, sin ayuda de Chat GPT- que imite el estilo de un poeta, como lo hace la IA, eligiendo un tema libre o pactado en clase? ¿Sería una tarea curricular y además creativa?
¿Importaría acaso que la IA sea capaz de imitar poemas con eficacia? No, utilizaríamos esa función para provocar aprendizaje, analizar recursos estilísticos, alentar la creatividad. La IA sería una herramienta vehicular, un detonante, no un expendedor de datos dudosos, un enemigo del aprendizaje.
La clave está en que el docente adopte una actitud proactiva y creativa respecto a las herramientas que utiliza, sean éstas un libro de texto, un vídeo de YouTube o una IA. Y pruebe, analice, adapte y evalúe los retos educativos. No se limite a mandar tareas y corregirlas. Debe existir una reflexión y un diseño previos a la tarea. No se puede juzgar ni evaluar lo que no se conoce.
La IA no es una enciclopedia ni está ahí para hacerte la tarea. Sin arbitrio de la destreza cognitiva, la competencia lingüística y el ingenio creativo del docente, no hay estudiante diestro, competente y creativo. Lo que damos, se llevan.
Por cierto, comparto contigo la conversación que tuve con Chat GPT, pidiéndole que imitara a Whitman. Y aprovecho para animarte a leer sus poemas, si aún no lo has hecho. No sea que un día descubras que un Whitman computacional te hizo llorar con lágrimas de ceros y unos.
Comentarios
Publicar un comentario