Modelos de formación online del profesorado en tiempos de la IA
Ha tiempo que vengo observando una cierta querencia en el modelo de formación del profesorado de diferentes consejerías que tienen un aire de familia y que quizá denoten una tendencia que, a mi juicio, requiere una reflexión. Dicha tendencia tiene relación tanto directa como indirecta con el desarrollo de la IA generativa. Os cuento un par de casos.
Hace unos días, en Extremadura se nos instó a realizar una formación online en materia de Prevención de Riesgos Laborales para docentes en ejercicio. Aunque no necesito formarme para obtener acreditación -hace tiempo que tengo sobrados puntos para obtener mi último sexenio y, por suerte, ya solo me formo si me gusta lo que veo, cómo y cuándo quiero-, me picó la curiosidad y entré en la plataforma para realizar la formación. Pude comprobar que se estructuraba en 7 bloques temáticos teóricos, sin ninguna relación con el contexto y la práctica docente, acompañados de varios pdf, vídeos y enlaces a webs oficiales, debías leer y ver para después rellenar un test con diversas preguntas por cada bloque. Nada aprovechable para el día a día en las aulas y olvidable el siguiente día que termines la formación. Algo así como lo que les sucede a los alumnos con la mayoría de las pruebas teóricas que hacen en clase. Competencial 0%. Al ver el panorama me dije: ¿Será capaz Chat GPT de hacerme los tests? Me descargué los pdf y le fui proporcionando a la IA uno por uno, acompañados de los tests. Resultado: saqué un 10 en todos los bloques menos en dos que obtuve un 9 y un 8. Echad la culpa de la imperfección a la IA. Fuera bromas: lo hizo casi perfecto y tardé no más de 45 minutos. Un docente sin IA hubiera tardado varias horas en acabar la formación, con una sensación de haber perdido el tiempo y no haber aprendido nada. Yo al menos no perdí el tiempo. Tengo guardados los pdf, por si me son de ayuda como consulta en materia de prevención. Hasta ahí llega la virtud de este curso. Excelente metáfora de lo que ocurre en las aulas si las tareas son reproductivas o mecánicas. El alumno hará lo que yo en mi paradójico experimento: copiar y pegar.
Cada vez que hagáis un curso de esta naturaleza os llevará apenas un rato gracias a la salvífica mediación de una IA. Cursos funcionales, pensados para cubrir cuotas de inscritos y certificar políticamente el éxito del modelo online y el paso masivo de docentes por los programas de formación prefabricados en despachos. Cursos que te evitan echar kilómetros, trasladándote a tu centro de formación, y obtener fácilmente la soñada acreditación. Pero -nada es fácil sin peros- con apenas proteinas. Bebida azucarada, vendida como energética. Cuando pregunté en el foro a los tutores del curso -mero personal laboral, ajeno a las lindezas de palacio-, me confesaron con sabia contundencia: Imposible hacer cursos prácticos, aunque sean más útiles. Requeriría una inversión enorme que no existe. He aquí la clave. Inversión. El aumento de formación online obedece en gran parte a factores de jibarización presupuestaria y a la simplona voluntad de cubrir expediente. Sucede algo similar con el modelo de digitalización del profesorado, el eufemístico plan de competencia digital. Atalaya europea al servicio del ciudadano crítico y productivo del siglo XXI. Espero que se entienda la ironía. En estos tiempos en los que literal y figurado se confunden, no sabe uno si llegará a hacerse entender al sufrido lector.
¿Es eficaz esta formación? ¿Mejora el modelo presencial? ¿Es compatible con una formación realmente competencial del profesorado? ¿Hacia dónde nos conduce? Sin duda, funcional es. Si un docente solo desea conseguir acreditación con un coste de tiempo y esfuerzo limitado, está en el paraíso. Sin embargo, como indiqué, se parece mucho al modelo reproductivo que a veces adoptamos en clase, y que con la irrupción de la IA generativa torna en afán inútil, carne de copia y pega.
Segundo caso. Llegó hace poco a mis manos la noticia de que en Aragón van a organizar el 26 de octubre -cito textual- el "Tech&Love Aragón 2024, que reunirá a más de 1.000 profesores de la Comunidad para reflexionar sobre las ventajas que aporta la inteligencia artificial al ámbito educativo y dar a conocer las herramientas y soluciones que existen en la actualidad para apoyar el aprendizaje". Cuando entro en su web, descubro que los ponentes -sin dudar de su valía, la cual desconozco- no son docentes y que el esperpento se parece más a un encuentro empresarial que a una jornada de aprendizaje compartido.
Desde que en 2022 irrumpiera Chat GPT en nuestras vidas, han pululado múltiples empresas de formación que circundan con voracidad el espacio educativo. Ya existían, pero la IA les ha dado nuevas alas para sacar tajada del desconocimiento del profesorado y la lentitud con la que las consejerías están poniéndose las pilas. Lentitud es quedarse cortos. Lentitud, ignorancia y mucha pirotecnia, que producen ese efecto de tirar por el camino corto y contratar los servicios de agentes exógenos en vez de fortalecer una red de aprendizaje compartido entre docentes. Y de paso, como es inusual en ellos, empezar la casa por donde se debe, por abajo, por las aulas. En fin, qué te voy a contar que no sepas. La IA no ha venido a descubrirnos nada nuevo en materia de política educativa. Los mismos errores se reproducen una vez tras otra, en un bucle infinito, y los docentes hacen lo que es más sabio, buscarse la vida a pie de pizarra, aprendiendo con lo que tienen a mano.
No creo que la IA venga a traer esa soñada revolución disruptiva que proclaman algunos gurús, en la que los alumnos aprenderán de forma personalizada y a su ritmo. Ni la quisiera. Disruptiva sí, pero no en el sentido productivo que vislumbro. La aprovecharán centros educativos con medios y de niños con posibles, con autonomía y sobrados de colchón social. El resto iremos a galeras, con el remo desgastado y la voluntad herida. Pero dignos, numantinos, en nuestra batalla sin tregua. Ahí nos veremos. Nos meterán con embudo la digitalización low cost, que no entiende de ratios ni contingencias. Y llegará un día en el que hasta nos parezca decente, de tanto tenerla hasta en la sopa. Se la tragará sin agua la generación Z de docentes, que en pocos años serán mayoría. El resto, veremos desde la barrera, perplejos, quizá indolentes, los escombros que deja esta linde.
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