Webinar: Chat GPT para principiantes

 


Recientemente, lancé en redes sociales la invitación a un primer webinar sobre IA educativa para iniciados, para quitar miedos y animar voluntades ante un recurso didáctico que genera más ruído que ideas prácticas a pie de aula. Asistieron a este webinar más de 70 docentes, de España e Hispanoamérica. En 2024, lanzaré un segundo webinar donde compartiremos experiencias y hablaremos de Google Bard y Chat GPT 4.



La irrupción de la IA en la vida cotidiana, aunque viene de largo y está desde hace décadas presente en nuestras vidas, saltó a los pupitres con la aparición de Chat GPT, que se intuye que va a transformar la forma en la que accedemos a los contenidos y los analizamos y reconstruimos para nuestros objetivos educativos. La era del buscador tradicional será sin duda sustituida por otra forma de uso y creación que aún lentamente va permeando en la escuela. 

Hace meses creé una comunidad de aprendizaje a través de Classroom, que en 48 horas llegó al tope de 1000 docentes inscritos y que aún se mantienen. Tuve que crear otra comunidad más (código: 5c2du3y), que ya va por 222 docentes inscritos. Aunque intuía el interés del profesorado por la IA, invadido por noticias entre catastrofistas y acríticas, no esperaba tanta acogida. Este éxito indica que, pese a que los docentes miren con recelo y también fascinación la irrupción de la IA, tienen ganas de aprender para después calibrar sus límites y posibilidades educativas, convencidos de que más tarde o más temprano invadirá en las aulas. 

Sin duda, los alumnos -primero los universitarios, después los de Bachillerato y ESO- se están adelantando a sus docentes y familias en el uso de estas herramientas. Y lo harán en sus hábitos cotidianos de forma generalizada en uno o dos años cuando puedan acceder gratuitamente a ellas desde los paquetes de workspace de grandes empresas como Google o Microsoft y desde los móviles de nueva generación que es previsible inunden el mercado en 2024 y que permitirá a los alumnos tener en la palma de la mano la posibilidad de usar IA para rutinas de ocio y tareas educativas. Incluso un niño de Primaria, que ya tiene acceso con 9 años -y antes- a un móvil, podrá usar estas herramientas, incluidas en aplicaciones de uso común. 2024 será un año de implementación de la IA en la vida de nuestros alumnos fuera del aula, y por lógica en edades de mayor autonomía y conocimientos lo utilizarán para tareas educativas, a destajo, de forma mecánica, para reducir carga de trabajo. A menos que el profesorado se forme desde ya y pueda ofrecer al alumno criterios pedagógicos y de responsabilidad ética en el uso de la IA, evitando el mero copia y pega, el alumno no le esperará en esta carrera vertiginosa. 

Si no nos formamos, por el miedo y recelo que genera el desconocimiento, claudicaremos a la posibilidad de generar experiencias educativas que fomenten múltiples competencias en entornos colaborativos y cederemos hacia modelos de evaluación regresivos. Ya hay docentes de Secundaria que ante la irrupción de las IA generativas de texto están pensando no mandar tareas para casa y hacer solo exámenes escritos. A esto se suma la ola prohibicionista de móviles como indicio de esta cautela ciega. La escuela contra al mundo más allá de sus paredes, paredes que en unos años deberán superar nuestros alumnos para enfrentarse al entorno competitivo y cambiante del trabajo. ¿Cómo les prepararemos para ese mundo? ¿Desde su ocultación? ¿Lo descubrirán cuando en estudios superiores vean que en 5 años buena parte de los procesos industriales estarán automatizados mediante IA, que para cualquier rutina básica de trabajo necesitarán tener una alfabetización digital que les capacite para poder trabajar? Los comprensibles reproches contra una escuela que debe prepararse para el mundo más allá de sus paredes, tildada de visión mercantilista, elude la posibilidad de que nuestros alumnos tengan una educación que combine ambos objetivos: unos conocimientos sólidos y el desarrollo de capacidades críticas y creativas. ¿Por qué un alumno no puede potenciar ambas? ¿Es incompatible tener conocimientos prácticos con teóricos, lo es con una ética responsable del uso de la IA? Sin duda, no. Estamos obligados a fundar la tecnología en principios humanistas, pero esto no puede hacerse a espaldas de la realidad, sino combatiéndola con conocimiento y responsabilidad.

¿De qué manera nos afectará desde ya esa visión mercantilista en el desarrollo de la IA en la escuela? No mediante un debate metafísico, a menudo tóxico y estéril, que enfrente a los docentes en sus formas de entender la enseñanza. En 2024, quizá 2025, empezarán a pulular comerciales de editoriales que venderán asistentes de IA que ofrezcan, sin necesidad de libros textos ni consultas externas, la posibilidad de que el alumno acceda a todos los contenidos de un área y nivel y a recursos y tareas. Cualquier consulta podrá hacerla desde ese asistente. El modelo tradicional de libro de texto, en papel y digital, va a desaparecer progresivamente en favor de los asistentes inteligentes de área. ¿Qué hará un docente que no quiera complicarse la vida? Solicitar a la editorial ese asistente, haciendo que sus alumnos lo obtengan. ¿Desde dónde accederán los alumnos a estos asistentes? Principalmente, desde sus móviles. Y sobre todo a través de instrucciones mediante audio, no escribiendo. Bajo el modelo de explicación-tarea-examen, las rutinas del docente no se verán afectadas de una forma radical, salvo que obligará a que el alumno deba hacer sus tareas ya sea a mano o lo más probable que en las plataformas que las editoriales ofrezcan en un paquete único que guíe al docente y le teledirija el proceso de enseñanza. Nada nuevo bajo el sol. Sería una traslación fidedigna del modelo analógico a uno plagado de IA. 

Aprovechando la confusión y escasez de conocimientos, ya existen numerosas empresas privadas que ofrecen servicios formativos a docentes, previo pago, sobre del uso de la IA. Sin embargo, poco a poco se van consolidando redes docentes de aprendizaje compartido y los centros de formación del profesorado de las diferentes consejerías están empezando a ponerse las pilas, ofreciendo planes de formación, aunque es muy pronto para saber el impacto real que tendrán estos avances sobre la escuela. Las herramientas están en fase beta y sin saber cuáles y de qué forma se impondrán en el uso cotidiano de la vida de familias, alumnos y docentes. Las posibilidades didácticas que ofrecen las IA generativas y otras muchas más está por ver. Por ahora solo podemos tantear, aprender por ensayo-error y compartir.

Hay ya muchos docentes, minorías resilientes y autodidactas, que optan por crear ellos mismos sus contenidos y ofrecer rutas de aprendizaje personalizadas y colaborativas, que fomenten el desarrollo de múltiples competencias, utilizando herramientas digitales variadas y creando sus propios asistentes de IA, adaptados a su contexto y necesidades. Pero el mundo de los asistentes aún no está abierto a compartir gratuitamente. Si creas un asistente, solo lo puedes compartir con otras cuentas de pago. Sin embargo, ya existen herramientas como Canva, que están metiéndose con fuerza en los hábitos de trabajo del alumnado y que contienen múltiples herramientas de IA. Estamos en un periodo de lenta transición de implementación de estas tecnologías en las rutinas de ocio, aprendizaje y trabajo. Tenemos tiempo para ir probando y calibrando sus límites y posibilidades. 

Os animo a formaros a través de redes docentes naturales, donde compartir entre nosotros lo que hacemos en el aula, además de los cursos que ofrecen las consejerías. Es fundamental que el aprendizaje de la IA educativa la hagamos entre docentes, contextualizando el uso, analizando juntos lo que funciona y lo que no, compartiendo recursos y experiencia. Las empresas privadas ofrecen productos enlatados, genéricos, sin tener en cuenta los contextos y necesidades de cada docente y aula. Es muy tentador que en esta revolución tecnológica se cuelen estas empresas, aprovechando el desconocimiento y la comodidad. 

La escuela pública debiera ser eso, pública, de todos, construida a partir de la participación activa de cada docente, ajena al interés privado y la especulación. Estamos asistiendo a un tiempo de cambios que debemos recorrer juntos, queramos o no. Mejor hacerlo creando redes de ayuda y aprendizaje mutuo. Ánimo. Sin miedo. 


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